La exclusión social es un obstáculo clave para las sociedades del sur global que, de resolverse, podría ser un motor para el progreso social y el crecimiento económico.
La inclusión es un concepto que ha recibido una atención significativa por parte de las organizaciones internacionales y se ha entendido predominantemente como un medio de igualdad económica.
Según el Banco Mundial, la inclusión social se puede definir como “el proceso de mejorar la capacidad, la oportunidad y la dignidad de las personas, desfavorecidas por su identidad, para participar en la sociedad”.
En América Latina, las sociedades sufren de instituciones democráticas y mercados informales débiles o que no funcionan. Por lo tanto, gran parte de la población está excluida de los beneficios sociales.
Las instituciones de mercado y democráticas, que permiten la aparición de la voz de las minorías en las decisiones públicas, no surgieron con la fortaleza que les permite realizar la función incluyente.
En la actualidad, en América Latina, muchos grupos siguen excluidos de los mecanismos institucionales. Esto ha llevado a una sociedad que es, hoy en día, una de las más desiguales del mundo.